La aparición de piojos en la cabeza es un padecimiento que afecta con más frecuencia a niños escolares de 3 a 10 años, especialmente en niñas con gran extensión de pelo.
Es una situación que ocurre sin importar raza, sexo, estrato social, hábitos de limpieza o alimenticios. Normalmente esta infestación se presenta de manera cíclica, siendo cada 10 o 15 años sin conocerse el motivo aún.
Este tipo de insectos viven a expensas de la sangre de otros seres vivos como el hombre, la cual es indispensable para su sobre vivencia. Así mismo, la piel cabelluda es un ambiente ideal para mantener su temperatura corporal y contribuir su nutrición.
Los piojos suelen ser visibles a simple vista o una vez que se explora en el cabello. Quienes los padecen tienen de 7 a 10 adultos. Otro indicador son los huevecillos denominados liendres pues se adhieren firmemente al pelo mediante una especie de cemento y se observan de color blanquecino nacarado muy cercanos a la raíz del pelo.
Los síntomas iniciales son sensación de prurito (comezón), cosquilleo o picazón. Esto genera al paciente la necesidad de rascarse propiciando costras hemáticas (rojas). Otros signos en la piel de su presencia suelen ser pápulas (granitos) o urticaria en la base de la cabeza. Más tardíamente, sobre todo en los niños, ocurren infecciones por el rascado intenso con costras melicéricas (amarillentas) o material purulento. En casos extremos existe formación de furúnculos y abscesos.
Es un padecimiento altamente contagioso ya que puede provocar epidemias. Se transmiten por contacto directo a través de objetos como gorras, sombreros, peines, cepillos, toallas, entre otros; que contengan ‘huevecilllos’ vivos pues los parásitos tienen la capacidad de sobrevivir de seis a veinticuatro horas fuera del cuerpo humano. Una vez que la colonización se ha iniciado se presenta una proliferación rápida.
Este tipo de insectos pueden transmitir enfermedades infecciosas como la fiebre amarilla, así mismo, propician otras infecciones secundarias como impétigo. También se ha observado secuelas psicológicas como la llamada ‘delusión de parásitos’, creencia de la existencia de piojos aún y cuando ya no existe evidencia científica de la existencia de ellos.
Afortunadamente los piojos se pueden erradicar a través de lociones, vaselinas, pastillas o sustancias, pero por su concentración tóxica es recomendable que siempre sea el médico que decida cual es el ideal sobretodo en menores, mujeres embarazadas o gente con piel sensible, pues éstos representan una población vulnerable ante algunos tratamientos.
Existen mitos en torno a los tratamientos para eliminar los piojos que además de ser erróneos pueden empeorar o poner en riesgo a los pacientes tales como cortar el pelo o rapar a los niños, así como la aplicación de sustancias toxicas en la piel cabelluda como petróleo, insecticidas, alcohol, etc.
En caso de tener sospechas de este padecimiento, además de acudir al dermatólogo, es recomendable cambiar la ropa de cama diariamente durante el tratamiento y lavarla con agua caliente, así como eliminar los accesorios para el cabello (gorras, diademas, listones, peines, cepillos, etc.).
La FMD recomienda mantener una higiene diaria, evitar el intercambio de artículos personales o accesorios del cabello, así como fomentar la exploración frecuente de la piel cabelluda; pues estas medidas pueden ser muy útiles para detectar cualquier inconveniente.
Para comentar:
- Los piojos son ectoparásitos, es decir, insectos que habitan en la piel donde hay pelo o vello.
- Existen varios tipos como capitis, pubis y vestimenti.
- Son hematófagos, o sea se alimentan de sangre, tanto los adultos como las larvas que pueden medir de 1 a 3.5 milímetros.
- Las hembras llegan a poner diariamente entre 7 a 10 huevos (liendres) que se adhieren a los cabellos cerca de su implantación y se desplazan hacia arriba con su crecimiento.
- Los huevos abren a los 8 ó 10 días de su implantación y las larvas maduran de 2 a 3 semanas.
- Un piojo adulto vive alrededor de un mes.